martes, 29 de enero de 2008

Los primeros días en la Granja

Los animales que el dios había creado días atrás, eran estúpidos por naturaleza. Algunos daban algunas muestras de inteligencia, y otros como el babuino estaban totalmente secos de neuronas.
El dios los enseñó a hablar, y pronto los animales tuvieron algunas mínimas habilidades parecidas a las de los despreciables humanos. El perro Reyes por ejemplo, aprovechaba su condición de creado por el dios, y explotaba animales que no tenían sus capacidades. Juntó a algunos gallos que vivían en aquél paraíso y los puso a pelear. Hacía apuestas con los demás animales primigenios y el dios fumaba puros dentro de la granja. Casi siempre la mariposa perdía todo lo que apostaba; hierbas aromáticas, néctar de flores y otras nimiedades. La jirafa y el burro solían competir, pero al final ya no importaba ganar la apuesta por el premio material, sino por el instinto de competencia. Eso al dios no le disgustaba, porque consideraba que cada ser debía desarrollar los sentimientos que guardaba en las entrañas.
El babuino Verdín también perdía, pero a la primera se retiraba del juego, no porque no resistiera ver a los gallos pelear hasta matarse, sino porque no toleraba que el perro le ganara. O cualquier otro animal le ganara.
-Págame la apuesta-. Decía el perro Reyes al babuino que cuando se enojaba siempre hacía la misma cara: cachetes inflamados y ceño fruncido.
-Sí te la voy a pagar-. Respondía el babuino, como queriendo que el perro se olvidara de la deuda.
-Págamela ya-. Inistía el perro Reyes.
-Que sí te la voy a pagar.
-No me pagas nada, págamela ya, te maté cuatro gallos con mi rojillo picotón.
-Te la voy a pagar, pendejo.- Decía el babuino notablemente irritado, y con los cachetes inflados.
-Está bien, si no tienes para pagarmela, me la pagas después.
-¡¿QUÉ?!-. Explotaba el babuino Verdín -Tengo hasta para pagarte tu pinche risa-
Después el babuino se retiraba indignado, derrotado y hasta cierto punto colérico; pero aún así, se iba sin pagar la apuesta.
El burro Fernández, la mariposa Vázquez, la jirafa Guerra y la hormiga Bolio, quien había estado muy ocupado en sus asuntos personales, se reían sin parar de la escena del perro y el babuino.
El dios salió de la cabaña, y a cada animal le repartió un don.
A la hormiga le dio la paciencia, al burro le dio una cosa extraña llamada "valemadrismo", a la mariposa le dio autoestima, al perro le dio valor, a la jirafa le dio la capacidad de la empatía, y al babuino le dio una banana.
-¿Por qué a mí solamente me das una banana dios, si a todos colmaste con dones que los harán crecer como animales?
El dios apartó al babuino de los demás animales y le dijo en voz muy baja mientras le daba otra calada a su puro:-A todos los animales les dí dones, pero a ti te doy una banana, porque así tendrás fuerzas para poder capturar todos los dones. Los demás tienen uno; hay humanos que no tienen ninguno, y no hay ni uno que tenga dos. Entonces si ustedes pueden hacer crecer los demás dones, yo estaré satisfecho de mis creaciones.
El babuino pelaba su banana, y parecía escuchar lo que el dios decía. Dentro de su cabeza, lo único que ahora le intrigaba era "Si pelo la banana entera, ¿cómo la voy a sostener para que no se me ensucie?... Mejor la pelo mientras me la voy comiendo.
El dios suspiró, pero comprendió que si los hombres no entendieron sus palabras en miles de años; evidentemente un babuino con dos neuronas, no lo haría en cinco minutos.

miércoles, 16 de enero de 2008

La segunda creación

Y como todos, un día el dios se cansó. Tú que sigues esperando profetas, mesías, ungidos y demás, ni siquiera imaginas que el dios ha decidido rehacer su vida aquí en la Tierra. Muy lejos de ti, y tus amigos idiotas.
Lo digo y lo cuento aquí porque lo vi todo, allá ustedes si me quieren creer. Si no, pues son muy libres de condenarse en uno de los siete pandemóniums que los esperan con ansia, bajo las plantas de sus pies.
No pertenezco al tiempo como tú lo conoces, ni a tu pasado, ni a tu presente, pues dicha dimensión no tiene relevancia ni existencia en la realidad que me contiene. Pero no hablemos de mí.

Hablemos del dios que se cansó, se jubiló, y se fue a vivir a México.
¿Por qué eligió México para descansar? Pues porque fue el país más castigado de toda la historia, y ahora el dios lo ha sentido como su hijo indefenso y mohíno. Por fin se ha sentido comprometido con este moridero. Tiene que estar con él y en paz.
El dios construyó una casita lejos de todo, de los autos, de la contaminación, y sobre todo de las personas. Sin embargo, él consideraba que los animales eran las únicas criaturas que se habían mantenido limpias y sanas a lo largo de la historia. Por eso, esta vez, tomó de una semana, un día entero para crear al animal perfecto. Uno por día, para que lo acompañasen.

El lunes, el dios contempló la importancia de tener a un animal que le recordara su grandeza, un animal noble y trabajador. Un animal que no buscara broncas con nadie, escuchara buena música, y fuera amante del arte. Por eso creo el lunes una hormiga, además de que el lunes se presta para que las ganas de trabajar se vayan con facilidad. Una hormiga fue sencilla de crear. La llamó "La hormiga Bolio".

El martes, el dios continúo creando su compañía, pensó que necesitaba un animal bueno que lo protegiera, que fuera cariñoso y leal. Por eso creo un perro. Le enseñó a ser buen compañero, a maldecir, escupir en el suelo y también de dio la primera dosis de orgullo que un animal tuvo en las entrañas. Éste se llamo El perro, y se apellidó Reyes.

Para el miércoles, pensó que necesitaría un animal altanero, y ¿quién más altanero que la jirafa? La hizo altanera, burlesca, ácida. La hizo así para bien de la jirafa, y para bien de los demás, porque así, todos la pasarían mejor. La jirafa Guerra fue el tercer animal de la granja del dios.

El jueves el dios decidió dar belleza a los animales que ya había creado, decidió crear uno que los hiciera ver más vivos, más lindos, gráciles y primaverles. También decidió poner fin a las habladurías sobre su supuesta homofobia. Creó una mariposa macho, metrosexual, vanidoso, divertido, simpático y amistoso. La mariposa Vázquez fue su nombre.

Comenzaba el fin de semana, y hacía mucho tiempo que el dios no se tomaba entera una cerveza. Esa tarde parecía querer tomarse todas las que se debía desde la remota época de "engendrado y no creado".
Después de un gran cantidad de alcoholes, el dios creo a uno de los animales más singulares, inspirado en las penas y alegrías de él y de los hombres a través de los años. Creó a un burro, malvestido, con predestinamiento a la drogadicción, al alcoholismo, a la locura. Creó al primer burro amante del rock 'n roll, el sexo (aunque la primavera estuviese lejos), y las sustancias alteradoras de la consciencia. Un burro irresponsable y encantador de apellido Fernández.

El sábado el dios amaneció con una resaca inmensa, había contemplado crear un animal bello, pero al no poder concentrarse, todas sus intenciones se vieron frustradas y materializadas en un babuino. Un babuino enojón, holgazán, un babuino que no sabía ni cuál era la capital de Francia.
El babuino Verdín fue el sexto animal de la semana.

El domingo, el dios, cansado pero contento de haber creado a los animales que no lo defraudarían como lo hicieron los hombres, animales con características superiores a los de los hombres, que sabían hablar y amar, llorar y enojarse, reír y ayudar, descansó. Durmió profundamente mientras allá, lejos de su granja, los hombres seguían destrozándose a dentellada limpia.